miércoles, 28 de mayo de 2008

Dinosaurios con los pies en la tierra


Un estudio de la universidad británica de Portsmouth descubre que los grandes dinosaurios voladores preferían andar a volar
Las impactantes imágenes de gigantes dinosaurios voladores surcando los cielos en Parque Jurásico podrían haberse quedado anticuadas. Según un reciente estudio de la universidad británica de Portsmouth, publicado en la revista científica PLoS ONE, algunos reptiles gigantes de la era de los dinosaurios preferían caminar por la tierra a volar por los aires.
Hasta el momento la idea generalizada era que todos los pterosaurios, que vivieron entre hace 230 y 65 millones de años, se asemejaban a las gaviotas y pelícanos actuales en sus costumbres y sobrevolaban las grandes extensiones de agua en busca de alimento. Sin embargo, tras el estudio de la anatomía, las huellas y los fósiles del azhdárquido, un tipo de pterosaurio, los paleontólogos Mark Witton y Darren Naish han llegado a la conclusión de que algunos de los grandes reptiles voladores se alimentaban en tierra, "donde se agachaban para capturar animales y otras presas". Por lo tanto, ya no seguirían las pautas típicas de gaviotas y pelícanos, sino que su comportamiento sería más parecido al de las cigüeñas.
Los azhdárquidos, nombre que deriva de la palabra uzbeka "dragón", cuyos ejemplares más grandes podían alcanzar el tamaño de una jirafa, eran pteosaurios gigantes sin dientes y con una envergadura de alas de hasta 10 metros. Según dicha investigación, su cráneo alargado, que podía medir más de dos metros, era más apto para apresar animales y otros alimentos en el suelo. A esto se le suma la rigidez del cuello, que a su juicio "se ajusta al modelo de un cazador terrestre, que todo lo que necesita es levantar o bajar su pico hasta el suelo", las patas, relativamente pequeñas y almohadilladas, y la mandíbula, larga pero débil, que hubieran supuesto un problema para cualquier otro modo de vida que no fuera terrestre.
Además de las pruebas anatómicas, los paleontólogos responsables de este estudio alegan otra prueba a favor de su teoría: la mayoría de los fósiles de azhdárquidos existentes fueron hallados en sedimentos tierra adentro, en un entorno que hace millones de años también era terrestre.

lunes, 26 de mayo de 2008

Critica antropólogo desconocimiento de las realidades indígenas del país


Uno de los problemas con las poblaciones indígenas del país es que todavía sus realidades son “tan vastas como mal conocidas”, critica el antropólogo Saúl Millán, quien además destaca la paradoja de que, a pesar de ser los más pobres y marginados socialmente, son quienes aportan la diferencia y la diversidad cultural de México.
Millán acaba de publicar el libro El cuerpo de la nube. Jerarquía y simbolismo ritual en la cosmovisión de un pueblo huave, en el que presenta sus investigaciones sobre una de las tres comunidades de ese grupo étnico de la costa oaxaqueña, en el istmo de Tehuantepec: San Mateo del Mar, la más poblada y que alberga a 8 mil habitantes.
Los hablantes de huave son en total unos 22 mil y están distribuidos en tres municipios: San Mateo del Mar, San Dionisio del Mar y San Francisco del Mar.
El cuerpo de la nube, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, fue presentado el pasado jueves en el Museo Nacional de Culturas Populares.
Ahí, los antropólogos Carlos Zolla, David Robichaux y Rodrigo Díaz se avocaron al análisis académico de esa investigación y coincidieron en que se convertirá en un punto de referencia, no sólo sobre los huaves sino en torno a la manera profunda en que Millán abordó su trabajo.
El libro consta de siete capítulos y uno de ellos aborda aspectos históricos, como la vida de los huaves durante la Colonia, mientras otros se avocan a la organización social, las relaciones de parentesco, la familia, los barrios y las secciones territoriales, el simbolismo, ritualidad, mitología y cosmovisión de ese pueblo.
Cosmogonía de pescadores
Sobre los huaves se habían realizado varios estudios, “pero todavía faltaban muchas cosas por conocer”, dice Saúl Millán, y agrega que tienen la particularidad de ser un grupo de pescadores, que lo distingue del resto de los grupos indígenas de México, que generalmente se dedican a la agricultura.
El hecho que sean pescadores está relacionado con la importancia que le conceden a las lluvias, porque ellos son pescadores ribereños, de las lagunas.
Producir de manera simbólica la lluvia, agrega, es una de las grandes preocupaciones de la población huave. Y a ese ciclo ceremonial o actividades rituales, ellos le destinan 40 de las 52 semanas de todo el año.
La pregunta es por qué le destinan tanto tiempo a las actividades rituales. “Por un lado está relacionado con el problema de la lluvia y, por otro, tiene que ver con una forma específica de organizarse al interior del grupo, con lo que los antropólogos llamamos una forma de organización social”.
El concepto clave de “ombas”
Todo el municipio de San Mateo del Mar se rige por la presencia de dos grandes jerarquías: la civil y la religiosa. Una de las principales funciones de la jerarquía civil es solicitar la lluvia cada año.
“Digamos que la comunidad les confiere a las autoridades civiles el derecho y el deber de solicitar la lluvia y que ésta tenga cierta regularidad. Si la lluvia no viene, las autoridades civiles son destituidas de sus cargos. Tan importante es el problema para ellos.”
Ello permite ver cómo una forma de organización, una forma de elegir de manera tradicional a las autoridades, está relacionada directamente con una visión general del universo.
Esa visión, dice Millán, divide al mundo entre las divinidades de la lluvia, pero también es importante para comprender problemas como el de los alter ego animales, aspecto conocido como nahualismo.
“Y en este entramado de cosas, una noción como la de ‘ombas’ es el hilo conductor que permite enlazar todos esos ámbitos, que aparentemente se encontraban conectados, pero cuando uno lee el libro ve que forman parte de un sistema general.”
Para acercarse a los huaves Millán tuvo que comenzar, hace varios años, a aprender la lengua y entender su diferencia cultural, es decir, a comprender que, a pesar de ser mexicanos, tienen una diferencia cultural que los distingue.
“Esa es en realidad la única manera de definir a los indígenas dentro de este país. No solamente son los más pobres o los que viven más apartados. Además, son los que mantienen una diferencia cultural, en primer lugar lingüística, pero también étnica, regional, cultural. Y entender todas esas diferencias fue uno de los principales retos para poder acceder a ellos.”

jueves, 22 de mayo de 2008

Los incas eran diestros cirujanos

"La naturaleza del hombre es la de un semidios, afortunadamente no lo piensa asì" (Abel Desestress)
Dos antropólogos estadounidenses confirmaron que los cirujanos incas poseían una técnica altamente sofisticada para practicar trepanaciones de cráneo, con una elevada tasa de supervivencia.
Valerie Andrushko, de la Universidad de Conecticut y John Verano, de la Universidad de Tulane, estudiaron 11 yacimientos en el Cusco, Perú, en los que encontraron 66 muestras de trepanaciones de cráneos. Algunos de los individuos habían sido sometidos a esa técnica en más de una ocasión, por lo que los expertos examinaron 109 perforaciones craneales. El resultado del estudio -que aparece publicado en el American Journal of Physical Anthropology- indica un 83% de supervivencia entre los que se sometían a la trepanación y una escasa prevalencia de infecciones, lo que se atribuye al uso de antisépticos naturales. Campo de batalla Durante las intervenciones, se utilizaban la coca, el tabaco y la cerveza de maíz para ayudar a reducir el dolor. Con el propósito de controlar las infecciones, se usaban bálsamos y plantas que contenían el compuesto llamado saponina, que tiene propiedades antisépticas. En la mayoría de los casos, las trepanaciones se practicaron a soldados heridos en el campo de batalla, aunque también se encontraron cráneos de mujeres, lo que podría sugerir que la técnica se empleaba para tratar males como la epilepsia o infecciones craneales. A diferencia de en la cirugía moderna, la perforación no se hacía con un taladro, sino con una técnica de raspado. Con el paso del tiempo las técnicas se fueron perfeccionando y ya para el año 1.400 se cree que la supervivencia a la operación se acercaba al 90% de los casos.

domingo, 4 de mayo de 2008

Aquí y ahora. Levantate y anda. Exquisita conciencia en pocos. (Abel Desestress)


Aquí y ahora no son dos palabras, al igual que el espacio y el tiempo no son dos palabras. Einstein acuñó un nuevo término: «espacio-tiempo». Formó una palabra con las dos, «espacio tiempo», porque descubrió científicamente que el tiempo no es otra cosa que la cuarta dimensión del espacio, así que no es necesario usar dos palabras.Y aquí y ahora tampoco son dos palabras. Miles de años antes que Einstein, místicos como Sosan fueron conscientes de ello. Es «aquí-ahora». Hay que unir estas dos palabras, son una, porque el ahora no es más que una dimensión del aquí; la cuarta dimensión. «Aquí-ahora» es una palabra.Y cuando ocurra, ocurrirá en el «aquí-ahora». Puede ocurrir ahora, ¡no hay necesidad de esperar! Pero no te decides, tienes miedo; eso crea el problema.¿Qué significa tener miedo? ¿Qué ocurre dentro cuando tienes miedo? Quieres algo, y al mismo tiempo no lo quieres. Esta es la situación de una mente temerosa: quiere y no quiere porque tiene miedo. Le gustaría pero no está segura, no se decide.Jesús siempre usaba la palabra «miedo», muchas veces, en contraposición a fe. Nunca usaba «incredulidad» o «desconfianza» en contraposición a fe; siempre usaba la palabra «miedo» en oposición a fe. Decía que aquellos que no tienen miedo, tienen fe, porque la fe es una resolución. La fe es una decisión, una decisión total. Vives totalmente en ella, es una confianza, sin nada que te retenga, es incondicional. No se puede volver atrás. Si has entrado totalmente en ella, ¿quién se echará atrás?La fe es absoluta. Si entras, entras. No puedes salirte; ¿quién va a salirse? No hay nadie detrás de ti que te pueda hacer volver. Es un salto al abismo, y Jesús está absolutamente en lo cierto al hacer del miedo el antónimo de la fe. Nadie había hecho esto antes. Pero está absolutamente en lo cierto, porque no le interesa el lenguaje externo, lo que le interesa es el lenguaje del ser interior.Lo que no te permite tener fe es el miedo. No la incredulidad, recuerda, lo que te impide tener fe no es no creer, es el miedo.Por supuesto que racionalizas tu incredulidad, tu miedo. Lo escondes tras palabras, dices: «Tengo mi escepticismo, mis dudas. ¿Cómo voy a entrar en ello a no ser que esté totalmente convencido?». Pero mira profundamente en tu interior y encontrarás miedo.El miedo significa que una mitad de ti quiere adentrarse y la otra mitad no quiere. Una mitad de ti se siente atraída por lo desconocido, ha escuchado la llamada, la invocación; y la otra mitad tiene miedo a lo desconocido y se aferra a lo conocido. Porque lo conocido es lo conocido, no implica miedo.Haces algo, y ese algo se vuelve conocido. Ahora, si quieres cambiar a un nuevo trabajo, a una nueva forma de vida, nuevos hábitos, nuevo estilo, la mitad de ti se aferra a lo conocido, dice: ¡No te muevas! ¿Quién sabe?, puede que sea aún peor que esto.Y una vez que hayas dado el paso no podrás volver». Así que una mitad dice: «¡Quédate aquí!».Esta mitad pertenece a la memoria, al pasado, porque el pasado es conocido. Y la otra mitad se siente atraída, siente la llamada a entrar en un camino desconocido, a través de lo inexplorado; porque lo nuevo te emociona.Ahí está el miedo. Estás dividido. El miedo te divide, y si estás dividido hay indecisión. Con un pie vas hacia lo desconocido, y el otro permanece en el pasado, en la tumba del pasado. Y entonces te paralizas, porque nadie puede moverse con un solo pie, con una sola pierna; nadie. Tienes que mover tus dos alas, ambas partes. Sólo así te puedes mover.Cuando estás indeciso, estás estancado; y todo el mundo está indeciso. Este es el problema, esta es la ansiedad. Estás paralizado, sin poderte mover. La vida sigue fluyendo, y tú te has vuelto como una piedra, bloqueado, un prisionero del pasado. Osho